
solubilidad
Los sólidos, como por ejemplo los polvos, pueden disolverse en líquidos siempre que su estructura química permita una interacción con el disolvente. Los gases también pueden disolverse en líquidos, por ejemplo, el dióxido de carbono en el agua.
La solubilidad describe la cantidad máxima de sustancia que se puede disolver en un disolvente a una temperatura y presión determinadas. Es un parámetro fundamental en la ingeniería de procesamiento y tratamiento.
El proceso de disolución está determinado por la difusión. En este proceso, el material se disuelve en la superficie sólida y las moléculas disueltas se difunden en el líquido circundante. La velocidad de mezcla o el flujo del disolvente influyen considerablemente en este proceso de transporte.
Lo contrario a la solución es la suspensión. En este caso, las partículas sólidas no son solubles, sino que se distribuyen finamente en el líquido. Las fases sólida y líquida coexisten. Dependiendo de la densidad y el tamaño de las partículas, los sólidos pueden sedimentarse o flotar.
Las soluciones pueden descomponerse o separarse de forma selectiva. Un ejemplo de ello es la cristalización, en la que las sustancias disueltas se cristalizan mediante el enfriamiento o la evaporación del disolvente. Otro proceso es la flotación. En este caso, los sólidos se unen a burbujas de gas mediante la adición de floculantes o flotantes y se transportan a la superficie. Estos procesos de separación se utilizan en el tratamiento de aguas residuales y en la industria química.
Los equipos de proceso amixon® pueden generar soluciones o suspensiones y mantenerlas estables. Además, también pueden llevar a cabo procesos de precipitación química y cristalización.